Obesidad en España

El sobrepeso y obesidad siguen siendo importantes en España. El estudio ENPE (estudio nutricional de la población española) ya registra unos datos ciertamente preocupantes. La prevalencia actual de la obesidad en España es del 22% y del sobrepeso del 36,1%, significativamente mayor en varones. El sobrepeso y la obesidad aumentaron con la edad a partir de los 19 años con prevalencias mayores en el grupo de 65 años y más. Un dato también importante es la prevalencia de la obesidad abdominal (relación entre cintura abdominal y altura), cuya cifra es de 64% en la población, siendo también mayor en los varones y aumentando también con la edad.

Es de destacar también como la obesidad es mayor en entornos económicos bajos con respecto a los altos, la falta de actividad física y el descenso en las horas de sueño. Los datos también subrayan que el incremento del exceso de peso para España en 2030 será de un 16% con un sobrecoste sanitario de un 58%. 

intervención obesidad

 

Tendencia a engordar en verano

Está claro que la grasa nos protege como un aislante térmico. Dicho aislante es especialmente importante en invierno para regular nuestra temperatura. Es por ello, que durante el frio y con objeto de producir calor, quemamos grasa para mantener la temperatura corporal.

Esto cambia cuando llega el verano y no es necesario tanto esfuerzo por parte de nuestro organismo para preservar el calor corporal y por tanto la quema de grasas es menor y, por tanto, las posibilidades de engordar en los meses estivales y en zonas con mayor temperatura es mayor. Está claro que un aumento de temperatura provoca un aumento de la obesidad. 

 

Obesidad como factor de riesgo cardiovascular

Sabemos que la obesidad se asocia a factores de riesgo cardiovascular como hipertensión arterial, diabetes mellitus tipo 2, dislipemia y arteriosclerosis. A través del estudio DRECE, con respecto al síndrome polimetabólico, sabemos que el 42% del total de las muertes se produce por enfermedades cardiovasculares (135.000 al año) relacionadas con los factores de riesgo antes comentados, lo que nos hace apreciar la importancia del problema. Además, estudios como el Framingham y el Build and Blood Pressure Study han demostrado que la obesidad es un factor de riesgo independiente para padecer enfermedad cardiovascular, y que la distribución regional de la grasa tiene una gran importancia en cuanto a las muertes de origen cardíaco.

Se sabe también como la obesidad severa y la obesidad mórbida disminuyen la esperanza de vida en las personas que la padecen y esto está perfectamente relacionado con los riesgos cardiovasculares de las personas que la padecen. 

Azúcar y obesidad

Con el término «azúcares» nos referimos a unos compuestos químicos que se dividen en monosacáridos, disacáridos y oligosacáridos. Los monosacáridos contienen 3-7 átomos de carbono por monómero y son la forma absorbible de azúcares. La glucosa, fructosa y galactosa son los monosacáridos esenciales en la dieta humana. Los disacáridos son compuestos formados por dos monosacáridos (2 monómeros) unidos entre sí. Disacáridos primarios en la dieta humana son la sacarosa (una molécula de glucosa y una de fructosa), lactosa (galactosa y glucosa) maltosa (dos de glucosa) y trehalosa (2 moléculas de glucosa). Los seres humanos poseen enzimas que rompen los enlaces de los disacáridos para su posterior absorción y metabolismo en forma de monosacáridos. 

Los azúcares aportan energía y un sabor agradable, así, la ingesta de azúcares parece estar influenciada por dos sistemas cerebrales diferentes: los asociados con la regulación de la alimentación y la homeostasis energética, y aquellos asociados con la recompensa. Durante las últimas tres décadas, ha quedado bien asentada la existencia de una serie de neuromoduladores que pueden actuar tanto como orexígenos como anorexígenos involucrados tanto en la regulación de la energía como en los circuitos que median la recompensa. 

 

azucar y obesidad

 

En cuanto al consumo de azúcar, en España se calcula que asciende a unos 29 kg per cápita anuales. Este consumo, se puede considerar relativamente alto, si se compara con el consumo per cápita mundial que es de unos 21 kg, presentando por zonas geográficas un mayor consumo en Canarias, Galicia y Castilla y León. En términos totales, España consume unas 1.300.000 toneladas de azúcar al año. 

El problema de los azucares es que entran dentro del concepto de bliss point. El término “Bliss point” o punto de felicidad es una sensación que sentimos con la ingesta de diversos alimentos y que se caracteriza por encontrarnos muy satisfechos con lo que hemos comido, no saciados y con ganas de volver a comerlos. Se trata por tanto de conseguir el objetivo final de cualquier comida y que suponga sobre todo que queramos repetir ese alimento, volver a consumirlo y por tanto gastar en ese producto.  Por supuesto que hablamos del objetivo final de las empresas alimentarias, empresas dedicadas a la producción de alimentos elaborados y las cadenas de comida rápida de todos conocidas. 

Industria alimentaria y ‘bliss point’

¿Y cómo se consigue ese punto de felicidad que van buscando todas las empresas alimentarias con el objetivo de ganar dinero? Pues la respuesta es que ese punto se consigue con la mezcla adecuada de tres ingredientes: azúcar, grasa y sal. Tres productos para alcanzar esa felicidad pero que atacan directamente nuestra salud. Es por ello que la industria alimentaria va buscando esa combinación a través de utilizar recursos económicos y humanos intentando su beneficio empresarial en ese producto olvidándose que se trata de un alimento. 

El azúcar, la sal y las grasas dan una textura adecuada y un placer a los alimentos.  Eso ya lo comprobó Howard Moskowitz en USA hace unos años. Moskowitz es un investigador de mercado y psicofísico, graduado en Harvard y que fue de los primeros en estudiar la comida del ejército americano y buscar cómo era posible hacerla más atractiva, más gustosa y con la cantidad de calorías suficientes para su actividad. Esto lo consiguió de forma satisfactoria mezclando las cantidades adecuadas de azúcar, grasa y sal. De esta forma, y jugando con diversos alimentos, Moskowitz acuñó el término “bliss point” o punto de felicidad.

Esto acabaría por mejorar los resultados de muchos alimentos relacionados con empresas alimentarias de comidas elaboradas y por tanto mejorando sus beneficios. El azúcar y la sal mejoran el sabor de las comidas y además el azúcar, por efecto central, nos provoca satisfacción. La grasa mejora la textura de los alimentos. Ya tenemos la mezcla perfecta para comer, recibir sensaciones agradables, no saciarnos y tener ganas de repetir. 

 

comida no saludable

 

Pero esta mezcla va en contra de nuestra salud. Los tres ingredientes descritos están incriminados en el desarrollo de muchas patologías cuando se ingieren en cantidades no adecuadas. Y las cantidades que deberíamos ingerir de estos tres productos deberían ser bajas. Incluso algunos de ellos, como la sal, deberían ingerirse casi testimonialmente. Esto hace que unos alimentos “sabrosos” con esta mezcla estén aumentando la posibilidad de tener una mala salud, y de forma directa en el caso del azúcar y las grasas, estén directamente implicados en el aumento de la obesidad, nuestra pandemia del siglo XXI. Además, cuando ingerimos estos alimentos con esta mezcla poco recomendable, estamos descartando otros alimentos considerados más saludables. 

De esta forma podemos considerar el “bliss point” como los aditivos de muchas drogas. Por un lado, los necesitamos y buscamos consumirlos. Al hacerlo nos produce placer, pero a la larga van desgastando nuestra salud progresivamente. Se desgasta nuestra salud en general y nuestro sobrepeso aumenta. Algo no está funcionando correctamente en muchas industrias alimentarias y que repercute directamente de forma negativa en la población. La clave es no dejarnos atrapar por estos productos que se encuentran en las cadenas de supermercados y se han hecho fuertes en grandes cadenas de restauración. En estas cadenas se juega además con el consumidor con una combinación en estos alimentos que garantiza el éxito: llevan los ingredientes adecuados del “bliss point”, son escurridizos y hay que comerlos rápido, son de tamaño unitario y ofertan menús completos para no tener que pensar si necesitas o no más comida. Y otro añadido peor, ofrecen regalos para seducir a los niños, favoreciendo que la pandemia de la obesidad alcance, como lo está haciendo ya, a este colectivo tan vulnerable. 

Subir de peso es más fácil que bajar

Y no debemos olvidar que ganar peso es muy fácil si no controlamos nuestra ingesta y lo que estamos comiendo. Cuando hacemos ejercicio, moderado o fuerte, la cantidad de calorías que podemos gastar es mínima en comparación con las que podemos ingerir comiendo una tarta con nata, un plato de alubias con chorizo y otros ingredientes, etc. Si hablamos de ganar peso es muy fácil si no controlamos nuestra ingesta y sobre todo evitamos productos con azúcares, productos con azúcares añadidos y grasas.  

En el tratamiento del sobrepeso y la obesidad tenemos diferentes posibilidades como son la adecuada ingesta con dietas controladas por especialistas, los cambios en el hábito de vida evitando el sedentarismo y aumentando el ejercicio y en ocasiones la toma de medicaciones para controlar el apetito.  

Sin embargo, cuando la obesidad es una obesidad superior a un índice de masa corporal de 35 o incluso en algunos casos superior a 30, solo la cirugía de la obesidad proporciona una pérdida importante y mantenida en el tiempo. El problema de las dietas es que los resultados después de dejarlas no son tan efectivos y, por tanto, los reengordes son frecuentes. En la cirugía los resultados a largo plazo superan los resultados de las dietas y los cambios en los hábitos de vida, manteniéndose la pérdida de peso en el paso de los años.