Relación entre el sueño y la obesidad
Hay una serie de conclusiones científicas ya reconocidas en cuanto a la relación del sueño y la obesidad o el sobrepeso. De esta forma se sabe que existe una relación directa entre el sueño escaso y el control del apetito que se relacionan de forma muy acentuada. Cuanto más se tiene falta de sueño, mayor es el riesgo de obesidad.

Además, la carencia de sueño se relaciona también con los resultados de tratamientos dietéticos y tratamientos quirúrgicos. Esa falta de sueño puede hacer que los resultados finales con ambos tratamientos sean peores que en personas con horas y calidad de sueño normales.
La falta de sueño puede provocar obesidad por inadecuado control del apetito, como el inadecuado control del apetito puede llevar a un sueño deteriorado. También está demostrado que la falta de sueño puede favorecer la resistencia a la insulina y, por tanto, la aparición de diabetes tipo 2.
En concreto se sabe que el sueño escaso puede favorecer la obesidad más en niños que en adultos, hecho que resulta preocupante por el futuro de estos niños cuando la obesidad se establece a edades tempranas.
Alteraciones hormonales y metabólicas
A nivel hormonal, un sueño corto y no de calidad provoca descenso de leptina y GLP1, aumentos de grelina, catecolaminas, factores de inflamación como el TNFa, aumento de la actividad simpática y activación del cerebro en la respuesta a la comida.
Todas estas alteraciones provocan alteraciones en la resistencia a la insulina, reducen la actividad de las células beta pancreáticas y alteran la homeostasis energética. Al final, el resultado es que se favorece la obesidad y la diabetes tipo 2.
A ello se suma también que en la falta de sueño se altera el ritmo del cortisol con valores más altos por la tarde que por la mañana, y que altera el metabolismo de los glucocorticoides, favoreciendo también la diabetes tipo 2.
Consecuencias del cansancio y el apetito nocturno
La carencia del descanso, tanto en calidad como en cantidad, hace que las personas se encuentren más cansadas y fatigadas, afectando su apetito y llevando en muchos casos a la obesidad.

Además, el retraso en encontrar el sueño puede provocar exceso de apetito nocturno que provoque la obesidad.
Obesidad y trastornos del sueño
Siguiendo estas estrechas relaciones, el sobrepeso y la obesidad pueden llevar a trastornos del sueño ya bien conocidos como es la apnea del sueño, muy frecuente en personas con obesidad.
Además, con el paso del tiempo la obesidad agrava las alteraciones del sueño y al revés pasa lo mismo: las alteraciones del sueño agravan la obesidad.
En concreto, en la apnea del sueño se sabe que hay una relación directa entre el grado de obesidad y la severidad de la misma, agravándose en las obesidades mayores. También se sabe que la pérdida de peso hace disminuir de forma llamativa la apnea del sueño, desapareciendo incluso en muchos casos.
Esta apnea del sueño es una patología grave que no solo ocasiona un trastorno del descanso nocturno, sino que está relacionada con un incremento de la incidencia de enfermedad coronaria, fallo cardíaco, arritmias, etc.
Evolución del sueño en la sociedad actual
La falta de sueño en cuanto a calidad y cantidad es un fenómeno frecuente en nuestros días, como lo demuestra el hecho de que hace 50 años la media de horas de sueño nocturno era de unas 8-9 horas. Actualmente son 6-7 horas.

Esto está condicionado por múltiples causas, entre las cuales y sobre todo en niños y jóvenes se encuentra el uso del móvil durante la noche. Esa falta de sueño provoca una serie de alteraciones hormonales que afectan directamente en la aparición de obesidad y diabetes tipo 2.
La falta de sueño favorece no solo el cansancio y la fatiga al día siguiente por esa carencia de sueño, sino que se asocia, como está demostrado, con el aumento de la obesidad y la aparición más frecuente de diabetes tipo 2.
Importancia del descanso en los tratamientos de obesidad
Controlar el sueño y establecer un número de horas suficiente es una medida indispensable para tratar estos posibles problemas.
De igual forma, también sabemos cómo el sobrepeso y la obesidad pueden ocasionar y ocasionan trastornos del sueño. El más llamativo es la apnea del sueño, donde se suman factores anatómicos por la misma obesidad y factores fisiopatológicos.
Esto hace que sea tan frecuente en obesidades mayores, por encima de 40 de IMC, y que tenga una gran repercusión, no solo social y de la vida en pareja, sino que puede ser el origen de diversas patologías cardíacas.
Recuperar las horas de sueño es también importante si queremos que los resultados de los tratamientos de obesidad sean buenos. Tanto en los tratamientos dietéticos como en la cirugía bariátrica, las pérdidas de peso son menores en personas que no descansan las horas normales durante la noche, hecho bien evidenciado en la literatura.